El desconcierto era tal tras la victoria uruguaya, que todos los hinchas brasileños enmudecieron completa y sorprendentemente apenas terminaba el partido, donde la concurrencia de uruguayos era de apenas un centenar de personas, a tal punto de que los únicos sonidos que se escuchaban eran los del plantel celeste. En el Mundial 2010 (que representó otro triunfo para España), solo Capdevila mantuvo su lugar en el escuadrón de dos años antes.

