Incluso el mismo presidente de la FIFA, el francés Jules Rimet, estaba convencido de la victoria local debido al ambiente triunfalista expresado por la afición brasilera. Pese a que los equipos brasileño y uruguayo se hallaban en un nivel similar de calidad de juego, la prensa y la afición de Brasil habían creado un ambiente de triunfalismo excesivo días antes del encuentro decisivo, donde el triunfo local parecía inevitable, mientras que una victoria visitante era asumida como imposible.