Al margen de esta aventura panyugoslavista, es cierto que no existen referencias importantes a los Mundiales de Uruguay 1930, Italia 1934 y Francia 1938 (ojalá algún amigo uruguayo o italiano nos descubriese alguna joya sobre aquellos campeones pioneros), pero el cinematógrafo, por supuesto, no se lo perdió, con el cameraman cerca de la línea de meta, al ladito del portero, para dejar constancia, por ejemplo, del imponente Estadio Centenario de Montevideo en 1930, o para conocer más de cerca (precioso documento, ver más abajo) a los héroes uruguayos, campeones olímpicos (el Mundial oficioso) en 1924 y 1928, y máximos favoritos a la primera Copa Jules Rimet.